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Ya en el año anterior se dejaba entrever una posible guerra política entre el rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Alfonso Esparza Ortiz y el gobernador constitucional del estado de Puebla, L. Miguel Barbosa Huerta. Fue en la marcha del 2 de octubre del año pasado 2019, que el rector realizó una movida al pronunciarse a favor de la autonomía y de la cero injerencia del estado en la universidad, recibiendo el apoyo, mediante porras y canticos, de los estudiantes que realizaban la marcha. Se podría decir que esta fue la primera “advertencia” por parte de Esparza.
Sin embargo, el primer golpe oficial de esta guerra política fue asentado por el gobierno de Barbosa, cuando el 5 de diciembre del 2019, la Auditoria Superior del Estado (ASE) realizó una revisión del manejo administrativo de los recursos públicos utilizados por BUAP en 2019.
Aun con esto, el actual rector de la máxima casa de estudios no se quedó callado ante esta primera jugada y respondió mediante un comunicado el 7 de enero del 2020, en donde acusaba al estado de querer violar la autonomía de la BUAP, al haberse notado anomalías en la revisión de la ASE el mes anterior, amparándose en la anteriormente referida Autonomía para no permitir más “injerencia del estado”.
Lonas fueron colgadas en las diferentes unidades académicas donde “los estudiantes” se pronunciaban contra la injerencia del estado y al mismo tiempo pedían respeto a la autonomía universitaria. Estas lonas tenían un diseño genérico para todas las unidades académicas. El diseño uniforme y el costo que representa su elaboración e impresión lleva a pensar que no fue ideado ni orquestado por estudiantes, si no por orden de rectoría. No eran estudiantes quienes defendían la “autonomía”, si no el rector, que en si, no defendía la autonomía si no que se escudaba en la misma para evitar hacer transparentes los movimientos económicos de 2019.
Aun con la intimidación del rector a Barbosa, este último se pronunció el 15 de enero, recomendando a Esparza Ortiz no resistirse a la auditoría, pues esta se realizaría de igual manera, es en este punto donde, mediante la deducción, podemos entender que, ante la insistencia del gobernador, el rector Esparza se hallaba acorralado, ¿Qué hacer para evitar dicha auditoría? Pues la respuesta no tardó en hacerse presente.
El 22 de enero, un comunicado empezó a bombardear cada medio perteneciente a la máxima casa de estudios, en el cual se hablaba de la declaración de guerra definitiva: “El bufete jurídico de BUAP pone a disposición de toda la sociedad poblana sus servicios gratuitos, para promover la defensa legal correspondiente contra el cobro por reemplacamiento y tarjeta de circulación.” Esparza había asentado un golpe al gobernador directo donde más le duele a este, en el presupuesto económico. Parecía el final, el árbitro estaba contando hasta 10 y el gobierno no se iba a poder levantar de esta última, se empezaban a oír rumores sobre la cancelación de la auditoría, rumores que se verificaron el mismo 22 de enero unas horas después, cuando la ASE hacía saber mediante su cuenta de twitter la cancelación de la auditoría.
Esparza se levantaba victorioso “la gloriosa BUAP había vencido al gobierno en su intento por violar la autonomía de la máxima casa de estudios”, o eso era lo que parecía, pues el 7 de febrero se empezaron a escuchar rumores de una posible nueva auditoría, esto producto de las declaraciones del titular de la ASE, Francisco Romero, quien comento “Auditoria vs. BUAP no es para fastidiar, pero será con firmeza”, el olor de miedo del rector se volvía a percibir en el aire, y para su desgracia el 10 de febrero se confirmó su pesadilla. La ASE inició formalmente el proceso de auditoría contra BUAP, otorgándole a la universidad 43 días para presentar la documentación requerida. Esparza estaba arrinconado, esta vez no había forma de zafarse, el proceso había iniciado oficialmente y esta vez “la defensa de la autonomía” no fue una idea “comprada” por los estudiantes, o por lo menos no por todos.
Fui testigo de cómo, en la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP, en el colegio de historia, los estudiantes comentaban que Esparza se refugiaba detrás de la autonomía por algo más, pues si todo estaba en regla, ¿por qué no realizar dicha auditoría como siempre se había realizado? Si de 2013 a 2018, 28 auditorías se habían realizado y en ninguna de ellas el rector puso resistencia, ¿Por qué ahora sí? ¿Será porque era la primera auditoría que no venía de un gobierno panista? O para ser más exacto ¿morenovallista?
¿Qué podía salvar a Esparza? ¿Qué podía ayudarlo a mostrarle al gobierno el poder de la universidad? Pues bien, la respuesta le llegó en forma de tragedia. El lunes 24 de febrero 4 cuerpos fueron encontrados, estos fueron identificados como José Manuel Vital, chofer de Uber; Francisco Javier Tirado, de 22 años; José Antonio Parada, de 22; y Ximena Quijano, de 25, siendo estos 3 últimos estudiantes, Ximena y José estudiantes de intercambio colombianos que estudiaban en UPAEP y Francisco, estudiante de medicina de la BUAP. Los “lobos” se estremecieron ante tal noticia, el miedo les inundó, y ese miedo se convirtió en rabia, que por último transmuto en coraje. Los estudiantes de la BUAP estaban hartos de la inseguridad que había cobrado las vidas de los compañeros estudiantes, y dejaron oír su voz en un desgarrador grito que clamaba justicia cuando, el 25 de febrero una marcha proveniente de la facultad de medicina se abrió paso entre las calles para dirigirse a Casa Aguayo y hacerse oír ante el gobernador.
Fue un acto leal, con la mejor intención posible, pues lo que se demandaba era seguridad, seguridad para los estudiantes ante una situación tan deplorable como la que se está viviendo, en donde alguien que sale a estudiar para poder tener una vida mejor, tiene el riesgo de no regresar a casa, sin embargo, el movimiento no fue de un solo día, no fue una marcha y ya, sino que, en la tarde noche de ese mismo día, comenzó lo sospechoso, se convocó a paro estudiantil.
¿De dónde venía la convocatoria? ¿Quién la hacía llegar? ¿Los estudiantes? Nadie respondía las interrogantes que algunos estudiantes teníamos, y solo nos respondían “Ahorita en breve se pondrán a circular”, al poco tiempo todas las unidades académicas de la BUAP se habían pronunciado, se iba a realizar un paro colectivo el 26 de febrero, así, de la nada, sin una previa consulta, sin un mutuo acuerdo de los estudiantes, simplemente se llamó a paro, fue ahí cuando comprendimos, “este es el contra ataque del rector”
Esparza Ortiz, desde rectoría, había hecho circular, por medio de las redes sociales de las unidades académicas, invitaciones a un paro colectivo de labores, dando apoyo al estudiantado y respaldándole, prueba factible, de que el paro no era estudiantil, si no, institucional, las facultades fueron tomadas, los edificios cerrados, los profesores no se asomaban por ningún lado, las calles eran bloqueadas, todo gracias al beneplácito de rectoría.
¿Cómo? ¿El rector estaba apoyando a los estudiantes? El mismo rector que ha ignorado las acusaciones de acoso de las compañeras universitarias por parte de los profesores, el mismo que ignoró el paro de psicología unos días antes, el mismo que ignoró el paro del colegio de historia de 2018, ese mismo rector, ¿Ahora nos apoyaba? Claramente el paro, si bien nació de una causa noble, no era estudiantil, era una estrategia institucional por parte de rectoría para sentar un buen golpe al gobierno, ese fue el contrataque de Esparza, un contra ataque astuto, en donde utilizó a los estudiantes como bala de cañón, en donde demostró el poder de la universidad para reclamarle al gobernador.
Sin embargo, no contaba con que los estudiantes se apropiarían del paro. Porque si bien, el paro inició como una estrategia de rectoría, en el que solo se le exigía seguridad al gobierno, varios estudiantes despertaron, y pensaron “bueno, si Esparza defiende tanto que somos una institución autónoma, se supone que la universidad puede resolver sus problemas de forma autónoma ¿no?” Y en ese momento, sí, se siguió exigiendo seguridad, pero no solo al gobernador, porque sí, el gobernador tiene mucha culpa y se le debe exigir, sin embargo, no solo a él, sino también a Esparza, y no solo seguridad, sino todas las demandas del estudiantado.
A consecuencia de que los estudiantes se apropiaran del movimiento y de que Esparza hubiera conseguido asentarle un buen contragolpe al gobernador, decidió que el paro no era necesario por más tiempo, por lo que se emitió un comunicado, en donde se culpaba a los estudiantes por situaciones como, parar las actividades administrativas, no permitir realizar trámites resultando en perjuicio a terceros, presentar situaciones insalubres y “aconsejando” a los estudiantes transformar el paro en uno activo. Sí, el beneplácito de rectoría, el apoyo de quien se atrevió a decir “si es necesario, yo marcharé con los alumnos”, ahora era retirado.
Los estudiantes sienten incertidumbre, muchos no saben en estos momentos si el paro continuará o no, esto se verá el próximo lunes cuando los estudiantes se reúnan en asambleas, sin embargo, ahora podemos ver más de cerca la situación y entender que nosotros, como estudiantes, no debemos participar en el juego de poder entre el gobernador y el rector. No, no se trata de jugar solo a favor del rector como algunos estudiantes hicieron al decir que “la única causa por la que se debía luchar, era la de la seguridad”, ni debemos estar del lado del gobernador, se trata de que el estudiantado exija, tanto a uno, como a otro, pues ambos tienen culpa. Se trata de apropiarse del movimiento, de pedir lo necesario, de pedir lo que cada unidad académica requiera, de no parar hasta que los pliegos petitorios se cumplan, se trata de aprovechar la fuerza del movimiento para dar a conocer las necesidades que siempre han ignorado, y lo más importante de todo compañeros, es tiempo de no tener miedo.
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