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La inferioridad latinoamericana

Foto del escritor: Luis MontielLuis Montiel


Me considero un hombre con muchos gustos, entre ellos destacan la historia y el derecho. Si estoy estudiando ambas carreras es porque estoy consciente que la idea de dedicarme a ambas materias el resto de mi vida más que un peso o un deber se siente como un privilegio y un gusto. Sin embargo, como cualquier otro ser humano, complejo y con matices, mis gustos no se detienen ahí. Si tuviera que agregar otro gusto más para que ocupe el tercer escaño, sería el del arte de la música. Si bien hay otro que considero el arte supremo, no haré mención de él aquí, así guardamos contenido para otro artículo. Por el momento quedémonos con la música.

También he de confesar que no me considero un melómano, pues hay muchos matices en esa definición. Si se tratara de etiquetas, usaría la misma que acompaña mi biografía de Instagram: “amante de la música”, por que eso soy, y me refiero al significado más romántico que se le pueda dotar a dicha palabra, que por cierto es hermosa a pesar de la mala fama que se le ha hecho.

No obstante, regresando al tema principal, este placer de la música me ha llevado a escuchar diferentes géneros, artistas y épocas, y aunque escucho de todo un poco he de confesar que mis gustos predilectos se encuentran en los géneros latinoamericanos dominantes de los 70´s, 80´s, y 90´s. Más específicamente, las baladas y los boleros. Aunque claro, al hablar de esos 2 géneros uno termina siendo arrastrado como por una corriente hacía un tercer género: El tango. El cual, por cierto, he estado escuchando con constancia desde hace tiempo.

El tango esta impregnado con profundidad en nuestra cultura mexicana, y no nos damos cuenta porque muchas de estas obras nacidas bajo dicho género, son disfrutadas, hoy en día, en otros géneros. Específicamente estoy hablando de la cumbia y de una canción en especial: Que nadie sepa mi sufrir. Obra compuesta por el maestro, (de origen argentino, claro está) Ángel Cabral. Si bien el tema se estrenó en el lejano año de 1936 su éxito fue tan estremecedor que hasta hoy en día ha sido versionada por una cantidad monstruosa de artistas del más alto calibre. Inclusive llego al extranjero siendo versionada por Édith Piaf, y es justamente ahí donde me quiero detener.

Hace unos días navegando por Tik Tok, me encontré con uno de esos clásicos videos, que con una imagen o un video bien editado, colocan alguna canción. La protagonista de ese video era La Foule (nombre de la versión de Que nadie sepa mi sufrir de Édith Piaf). Una bella canción lanzada en 1957, que contó con Michel Rivgauche como autor de la nueva letra, pues, aunque la nueva versión respetaba el instrumental, cambiaba la letra, haciendo que poco tuviera que ver con la versión del maestro Cabral.

Como acostumbro, mientras la canción sonaba entré a la sección de comentarios, en donde había uno que destacaba por ocupar la primera posición en el listado: “Que nadie sepa mi sufrir en su versión francés!”, exclamaba con emoción @karime_delcastilllo, no obstante, en respuesta a ese comentario, venía una lluvia de burlas y hasta descalificaciones, si no era aquel emoji que representa la risa hasta el lagrimear, eran los emojis que mostraban un rostro de sorpresa. Entre los comentarios destacan “OVIO NO” “Nel Mijo” “Eh… no” “Al revés”.

En otras palabras, la gente que había respondido a Karime se burlaban de lo que ellos creían era un error de su parte, argumentando que la versión original de la canción era La Foule y que Que nadie sepa mi sufrir era el cover. Debo admitir que la primera vez que yo descubrí la canción pensé lo mismo, “¡Esta es la original!”, logré salir de mi error tras un minuto de investigación. También cuando le presente la canción a mi madre, su reacción fue la misma “Ah, esa es la primera”. Al ver la confusión respondí al comentario de Karime con “Sí, Que nadie sepa mi sufrir es la original, Edith Piaf la escuchó en argentina y le hizo una nueva versión porque le gustó” No me fue posible decir más producto del limitado, valga la redundancia, limite de caracteres de los comentarios de Tik Tok.

Esto me llevó a una profunda reflexión: ¿Por qué existe la creencia de la inferioridad de América Latina? ¿Por qué cuando hay una invención, tangible o no, científica o artística, siempre se le atribuye al extranjero dando por hecho, por lo menos en México, que no fue inventado por algún connacional? ¿Por qué demeritar a la nación y a Latinoamérica desconociendo los logros que conquistó?

Se que puede sonar exagerado. Algunos dirán que en realidad era muy común que las canciones extranjeras, especialmente en inglés, fueran re-versionadas al español y llegaran a cualquier rincón de Latinoamérica e inclusive hasta España en las voces de los más conocidos cantautores. Ejemplos que se me ocurren haciendo memoria son: El rock de la cárcel versión al español del Jailhouse Rock de Elvis, A mi manera versión de My Way, No te pertenece versión de Brother Louie, entre muchas otras que ahora no vienen a mi mente.

A lo que yo respondería ¿Entonces no han existido, a lo largo de la historia, piezas musicales de origen latino, o en español que hayan sido un éxito total? Porque yo recuerdo que diversas canciones de Juan Gabriel habían sido cantadas al portugués, francés y hasta japones producto de su éxito. Tal vez para mayor precisión habría que saber el número exacto de éxitos en español que eran covres de alguna canción en inglés y el número exacto de canciones originales en español que fueron éxitos. Sin embargo, no entraremos en una investigación cuantitativa, pero estoy casi seguro que son más las canciones originales al español que son éxitos.

A lo que me refiero, es que México y Latinoamérica tienen un inmenso talento, tienen artistas, deportistas, científicos, grandes inventores que no reciben el reconocimiento que deberían, y que esto se debe, lamentablemente, a una narrativa vigente desde los tiempos en que América fue colonia de las grandes potencias europeas. En mi tesis de Licenciatura, en la sección de “Conclusiones”, argumentaba yo que la conquista es necesaria estudiarla no solo como un modo de descripción de los sucesos, sino porque la instauración de la colonia dio origen al problema de la discriminación, el racismo y el clasismo, problemas que hasta hoy en día perduran y parecen más fuertes que nunca.

El pensamiento implantado del que nos hemos intentado deshacer en 213 años desde que somos independientes (individualizando el problema a México) no ha logrado abandonar nuestra psique, por el contrario, continúa reproduciéndose producto de la presión contemporánea ejercida por propios mexicanos y, aun con más intensidad, por extranjeros (EEUU especialmente), quienes han visto a México y a todo Latinoamérica como su gran patio trasero de juegos y experimentos.

Esto nos ha llevado a admirar z blancos privilegiados nacionales o extranjeros, nos ha llevado a admirarnos de los “programas de variedad” al que asisten los idols en asía, pero despreciar los programas de “venga la alegría” y “hoy”, nos ha llevado a tomar el concepto de tercer mundo (nacido de la necesidad de crear una tercera vía alterna al bloque capitalista y socialista durante la guerra fría) y resignificarlo de connotaciones negativas. En fin, nos ha llevado a no creer que la música, melodía y ritmo de La Foule nació de la mente de un latinoamericano como Ángel Cabral.

Tampoco voy a caer en el extremo de una amiga de tez blanca que me decía sufrir racismo a la inversa, porque en su trabajo, los morenos la ponían a lavar los platos, cosa que a ella no les correspondía. Con mirada altanera me mencionaba “Es que siguen teniendo complejo de inferioridad, deberían de concluir que todos somos iguales sin importar el color de piel”. Para mi fue imposible no recordar aquella página de Facebook que lleva por titulo “Whitexicans llegando a las conclusiones correctas por las razones equivocadas” porque efectivamente, un sistema nos ha venido convenciendo de que nuestro origen y nuestro color de piel es una inferioridad, aunque, claro, no pienso que despojarnos de esa idea sea dejar de hacer que los blancos laven los platos en el trabajo de un restaurante.

En cambio, despojarnos de esa idea sería volcar este sistema y crear uno donde las mismas oportunidades lleguen a todos sin importar su color de piel o su origen. Aunque claro, ahí ya entraríamos a problemas más complejos de organización. No obstante, lo que trato de decir en este párrafo es que yo no creo en el racismo inverso y en la posibilidad de que los blancos sean discriminados a los niéveles que se ha discriminado históricamente a la gente morena u originaria de comunidades indígenas, así como afrodescendientes y más.

En fin, regresando al punto principal de este texto, y aprovechando para dar las conclusiones pertinentes, el desconocimiento de algunas cuentas personas, expresado mediante burlas y un sentido de superioridad obvio, que se origina producto de la opresión y la imposición de la cultura occidental y el corolario de que esta era superior a cualquier pueblo latinoamericano, fue expresado de forma muy obvia en, de buenas a primeras, partir de la idea de que Que nadie sepa mi sufrir era originalmente una canción en francés que, traducida y hecha cover, tuvo éxito en México.

Mi intención con este texto es mostrar a la gente como tenemos tan interiorizado ese sistema, que lo continuamos replicando en lo que pareciera ser minucias. Se trataría de algo muy parecido a los micromachismos, los cuales son considerados por gran parte de la sociedad como “exageraciones de la mujer” o “minucias sin importancia” pero que aportan a alimentar a la maquinaria machista que por años continúa subsistiendo gracias a dicho alimento, además de poder presentar un comportamiento en escala de parte de los varones los cuales los puede llevar 8º nos puede llevar) al peor desenlace del machismo: el feminicidio.

De igual forma, y sin nada más que agregar, el sistema que nos hizo creer que somos inferiores a las culturas occidentales, con capital cultural, blancas y que piensan que el lugar geográfico de origen les da una ventaja biológica respecto a todas las demás culturas, es un pensamiento que nos perjudica y que debe empezar a ser retirado de nuestra psique. Te pediría a ti, querido lector, que identifiques esos micro-pensamientos que han penetrado tan profundamente tu psique que han sido normalizados hasta hoy en día y que intentes eliminarlos.

Despertemos nuestras conciencias, revolucionemos nuestras mentes. No estoy pidiendo ser parte de un nacionalismo barato y trasnochado que a veces solo privilegia los intereses de las elites, lo que pido es que, sin dejar de señalar las enormes complejidades por las que América Latina pasa, y sin dejar de nombrar a los responsables, comprendamos la grandeza cultural de los pueblos que conforman este gran cumulo de naciones y utilicémoslos para despojarnos de un pensamiento impuesto y para, mediante pequeños pasos, encaminarnos a la felicidad de nuestros pueblos.

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